lunes, 23 de mayo de 2011

Iconografía de la Pastora de Cantillana: Las Pastoras de Olot



Se trata de una de las reproducciones de la Pastora cantillanera más difundidas y conocidas de cuantas ha producido la devoción de este pueblo, que incluso aquí se apellidó de forma propia según la casa familiar que las vendía: hablaremos, pues, de “las Pastoras de Molina”. Su origen, sin embargo, no es Cantillana sino la población catalana de Olot, hasta donde llegó el fervor pastoreño para encargar una escultura de devoción particular presente, desde entonces, en muchas de las alcobas de nuestros antepasados.
La devoción secular a la Divina Pastora en Cantillana cuenta a partir de 1900 y aquellos años de principios del siglo XX, con un extraordinario auge que provocó un avance determinante en la fama de sus fiestas y en la difusión de su devoción. Su imagen bendita se reproduce entonces en estampas, fotografías, medallas o incluso en pequeñas esculturas, bien sea un modelo en barro cocido de taller sevillano, del que hablaremos en otro momento, o bien una preciosa obra elaborada nada menos que en los prestigiosos talleres de Arte Sacro de Olot.
La Divina Pastora olotina es, por tanto, una de las principales versiones que se han hecho sobre nuestra peregrina imagen. Cuenta no sólo con la enjundia artística que caracterizó a aquellos talleres catalanes, sino también con un elevado número de piezas que la demanda popular hizo llegar hasta Cantillana y sus alrededores. Tanto es así que, aún hoy día, muchas casas conservan uno de estos ejemplos, mantenidos con mayor o menor integridad o con alguna que otra intervención.
El encargo a los talleres de Olot es anónimo aunque fechable en la década de 1920, cuando aparecen las primeras reproducciones. Olot abre sus puertas en 1880 de la mano de los hermanos Vayreda y Vila, influenciados por la escuela de San Sulpicio de París y por la línea de pensamiento espiritual de aquel seminario francés, se encaminan a elaborar una escultura delicada, agradable, con mucha carga espiritual. Son figuras muy elegantes, de canon alargado y la novedosa forma de ejecución, en pasta madera y arpillera con moldes de silicona, dio tan buenos resultados que se habla del lanzamiento en cadena de la imaginería religiosa a partir de Olot. Durante el siglo XX no quedó templo, oratorio o casa particular que no tuviese una imagen de pasta de Olot, pues a lo largo de su historia han producido más de 2.000 modelos diferentes.
Uno de estos modelos tuvo que ser necesariamente la Divina Pastora de Cantillana. Por medio de alguna de las fotografías de la época los escultores olotenses interpretaron con bastánte libertad personal la Pastora cantillanera. Proponemos varias versiones del mismo modelo, ya que recibían diferentes acabados según el precio y el encargo. En ellas puede observarse cuanto decimos, se reconocen además los elementos iconográficos más marcados de nuestra Pastora como son el vuelo delantero del manto, la gran lazada a modo de cíngulo, los collares, la crencha de pelo al lado diestro, tiene una particular postura en la mano derecha que inclina con la palma hacia arriba, como dando de comer a la oveja. La acompañan tres ovejas: una sentada delante y dos a los lados, en primer término incluye la imagen del Pastorcito, del que igualmente se reconoce la postura del brazo y su particular atuendo. Las distintas terminaciones pasaban desde el estofado en oro fino hasta los colores simples de gama olotense. La artesanía pastoreña pronto le procuró árboles de flores de tela a imitación de los de la Pastora y también resulta curioso que este modelo fuera copiado hasta la actualidad fabricado en escayola por el artista local José Barrios Martínez.

Antonio López Hernández

1 comentario:

Unknown dijo...

Esta pastora me trae todos los recuerdos de mi infancia, pues me crie con ella.