viernes, 10 de junio de 2011

Iconografía de la Pastora de Cantillana: Vitela del Libro de Reglas


La antítesis de la serie es la exclusividad y en esta pintura sobre piel se cumple ese requisito, pues es una representación de la Divina Pastora elaborada con carácter único y personal para ilustrar el Libro de Reglas de la Hermandad.

Fue donado por Alberto Aragonés Pellicer en 1952, pero detrás del nombre de este desconocido devoto de origen valenciano está la figura de un histórico pastoreño: Francisco Díaz González. Durante los años que Francisco Díaz se trasladó a vivir a Valencia por razón de su trabajo fueron continuos los regalos que, bien desde su bolsillo, bien desde el de algún devoto cercano a él, llegaban cada 8 de septiembre para engrandecer la devoción a la Divina Pastora. Aquel 8 de 1952 llegaron también una pareja de ciriales de plata, un campanil, un aparato portavelas y todo el juego de coronas de metal para los guardabrisas del paso, además de las barras y broches de bronce para la alfombra del presbiterio.

Don Francisco había querido ilustrar convenientemente el interior del nuevo Libro de Reglas para lo cual encargaron en Sevilla una pintura al temple sobre piel de la Divina Pastora y otra con el escudo de la Hermandad, siguiendo para ello el diseño de la cartela renacentista que un año antes cincelaran magistralmente las manos de Seco Velasco en el frontal de plata.

Las dos pieles o vitelas, como se conoce el arte de pintar sobre pergamino, fueron realizadas por el artista sevillano M. Chiappi, de quien sólo sabemos que fue también el encargado de pintar unas miniaturas parecidas para el Libro de Reglas de la Hermandad de Pasión. Sigue una fotografía del estudio de M. Albarrán de 1950, está representada con manto azul y traje rojo y decorado con un picado de líneas verticales en oro, además del cayado, joyas y diadema que también están realizadas en oro. Se conserva en el archivo de la hermandad la factura del trabajo fechada el 8 de octubre de 1951, cuyo coste ascendió a 800 pesetas.
A esta pintura están vinculados sentimentalmente todos los hermanos de la Hermandad, pues sobre ella se posan los besos que confirman la asunción de las reglas en la mayoría de edad o de la defensa de las creencias y dogmas de la Iglesia universal en la función principal de cada 8 de septiembre. Los labios pastoreños han borrado la parte baja de la obra pero, en cambio, la han llenado de sentimiento puro que los besos de amor sincero han inscrito para siempre en la piel de este entrañable libro.


Antonio López Hernández
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