sábado, 7 de julio de 2012

8 de Septiembre de 2009, Martin Rey


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8 de septiembre de 2009… Esquina de Castelar, enjambre de amor y miel. La Divina Pastora, mística y peregrina, se asoma al abismo de la noche... La calle cuyo nombre no hace falta decir es un pozo oscuro donde fermentan las ansias. La luna, afilada en la plata del paso y en los reflejos cobrizos de los fuegos. El pueblo, cegado de vítores y ebrio de madrugada enloquecida. Avanza la Virgen, proclamando su triunfo en cada arco, arrollando voluntades, espoleada por una marea de fervores hasta llegar al sitio marcado. Ella se posa, él sube, estremecido y filial, hasta sus manos, hasta su frente. Tiembla la oración en los brazos alzados y en las gargantas partidas entre el asombro y el delirio, que rezan junto al padre Román para que la plegaria le preste voz a los ausentes. Y a los pies de la Virgen se quiebra en clamor el murmullo ronco de Cantillana, que, como una nueva Isabel esperando el saludo de María liberada del pastoril sombrero, vuelve sus lágrimas en vivas al ser deslumbrada por el purísimo semblante de la Pastora Divina. Marianismo inefable, pastoreñismo puro.
Aquella noche, lejos de ser un recuerdo anecdótico y fugaz, está estampada desde entonces en la vida de Álvaro Román como una dichosa cicatriz que supura emociones y fervores cada 8 de septiembre ¿Alguien puede dudar de que lo vivido allí también ilumina las páginas de este libro?
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El 8 de septiembre del año 1900 el cardenal Spínola dijo en Cantillana: “Todo lo encierra la advocación de Pastora”. Qué proféticas suenan hoy estas palabras, cuando saludamos la llegada de un libro que viene a demostrar con lucidez la complejidad y riqueza que sostienen los pilares teológicos, doctrinales y sociológicos del pastoreñismo. […]

Juan Manuel Daza Somoano
(Fragmento de la semblanza biográfica del Padre Álvaro Román durante la presentación del libro "la Divina Pastora en los escritos de fray Isidoro de Sevilla" en la Casa de la Cultura de Cantillana, 23 de junio de 2012)

1 comentario:

N.R.S.S. dijo...

Qué palabras más maravillosas.Con lo difícili que es narrar ese sublimer momento, y de que forma tan sensible y profunda lo hace nuestro amigo Juanma. Está claro que para esto hace falta ser un gran pastoreño, y poseer unas cualidades literarias nada comunes.
Gracias por hacernos disfrutar de tus hermosas palabras, y trasladarnos a ese momento mágico que nuestro padre Alvaro nos hizo vivir aquel 8 de Septiembre de 2009