jueves, 16 de agosto de 2012

Una Peregrinación inolvidable

Cartel editado por la Hermandad para anunciar la peregrinación. 

Crónica del viaje a Roma realizado por la Hermandad con motivo de la beatificación del Cardenal Spínola


Me piden los pastoreños encargados de este maravilloso blog, que escriba estas líneas sobre la peregrinación que realizó la Hermandad Pastoreña a Roma, para asistir a la solemne ceremonia de beatificación del Cardenal Marcelo Spínola, viaje que tuve la suerte de vivir muy de cerca, siendo uno de los organizadores como secretario de la Junta Gestora de entonces, cargo que ocupe durante diecisiete años. Pero antes de comenzar con la crónica de este viaje que nunca olvidaremos, deseo felicitar a los artífices de esta magnífica página que irradia por todo el mundo la profunda devoción del pueblo de Cantillana a su Divina Pastora.

Precisamente se cumplen 25 años de aquel memorable acontecimiento, al tratarse de la primera visita de la Hermandad al centro del orbe cristiano y a la beatificación de su Hermano Mayor Perpetuo. Participaron en la peregrinación más de cien peregrinos acompañando el Simpecado blanco de gala de la Divina Pastora, que se reserva para las grandes ocasiones y que salió de la parroquia la tarde del lunes 23 de marzo entre el estruendo de cohetes y el repique de campanas. Como curiosidad, recuerdo que llevaba un lazo con los colores pontificios: amarillo y blanco.

Muchas personas que no asistieron a la peregrinación lo acompañaron hasta la plaza del Llano, desde donde partieron los autobuses con destino a Roma. En el trayecto visitamos Niza, Milán, Venecia y Florencia donde admiramos su grandiosa catedral, también hicimos escala en Padua donde oramos ante la tumba de San Antonio.

Un lugar destacado que visitamos fue la ciudad de Asís, puesto que, como representantes de esta hermandad que ostenta el título de franciscana, nos postramos ante los restos del Seráfico Padre San Francisco. En la basílica, hizo su entrada el Simpecado de la Divina Pastora acompañado de los peregrinos y de algunos miembros de la junta de gobierno portando las varas, y fue muy venerado por los fieles que visitaban en esos momentos la Basílica, santiguándose a su paso en señal de profundo respeto, hecho que me causo bastante emoción, allí hicimos entrega de un cuadro de la Divina Pastora de Cantillana que fue recibido por el rector de la Basílica.

El mismo día de la beatificación, los peregrinos se trasladaron temprano al Vaticano; los hermanos participaron con traje y las hermanas luciendo la clásica mantilla española. La ceremonia de beatificación resultó muy emotiva y solemne y en las ofrendas participó, en representación de nuestra Hermandad, Florencio Arias Solís, junto a una ex alumna de las Esclavas, la congregación fundada por Spínola. Ella vestida de faralaes y él de corto, se postraron ante el Santo Padre que bendijo la medalla de nuestra Hermandad que él portaba. Al Papa Juan Pablo II, que presidió la beatificación, la Hermandad lo obsequió con un bajorrelieve de plata de ley realizado por la orfebrería Villarreal, de Sevilla, con la imagen de nuestra Divina Pastora.

El momento culmen del acto, fue cuando se descubrió el tapiz con la figura del nuevo Beato, y la Basílica de San Pedro totalmente abarrotada prorrumpió en un gran aplauso. Junto a Marcelo Spínola se beatificaron a otras religiosas y un sacerdote. Seguidamente en la Plaza de San Pedro se rezó el Ángelus junto al Santo Padre y se cantaron sevillanas alusivas a Marcelo Spínola y la Hermandad.

El día posterior en la Basílica romana de Santa María Sopra Minerva, se celebró una solemne Eucaristía presidida por Monseñor Amigo Vallejo, Arzobispo de Sevilla, en acción de gracias por la beatificación. La Hermandad estuvo invitada y yo personalmente tuve el gran honor de representarla en la ofrenda, como secretario de la misma, haciendo entrega al Arzobispo de una copia de las cartas autógrafas del Beato a la Hermandad.

En estos días se visitó la ciudad del Vaticano, sus museos y las principales Basílicas de Roma, admiramos diversas reliquias como la Escala Santa, la misma por donde subió nuestro Señor al  Pretorio de Pilatos. Fueron unas jornadas inolvidables que vivimos todos los pastoreños en hermandad y que forman parte de las páginas más brillantes de su historia.
Los peregrinos pastoreños en la plaza de San Pedro, tras la
beatificación de Marcelo Spínola

De vuelta pasamos por Pisa, admirando su célebre torre inclinada, habiendo quien subió a la misma, y visitamos el Principado de Mónaco. A la llegada a nuestro pueblo, el Simpecado fue recibido triunfalmente por una gran muchedumbre en la plaza del Llano, los pastoreños lo acompañaron hasta su parroquia donde se entonó la Salve y el himno ante la imagen de la Divina Pastora poniendo fin a la peregrinación.

De todo esto guardo muy gratos recuerdos puesto que participe activamente en la organización de este gran evento junto a Florencio Arias, que aunque no era miembro de la junta gestora, si estuvo muy involucrado en la organización. Desde aquí, un recuerdo agradecido a la Madre Concha Montoto, superiora -en aquel momento- de las Esclavas del Divino Corazón en Sevilla, a la que desde entonces me une una gran amistad y que en todo momento quiso que la Pastora estuviera muy presente en la Beatificación, involucrándonos mucho en la organización de la misma. Fueron numerosas las visitas a la casa de las Esclavas, situada en la calle Jesús de la Vera-Cruz, también la Madre Concha nos hizo entrega aquel año de una reliquia del Beato Spínola que consiste en una falange de un dedo y que veneramos desde entonces en nuestra Hermandad.

Antonio Castaño Villalón
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