miércoles, 12 de enero de 2011

El retablo camarín de la Divina Pastora de Cantillana.


Breve síntesis del estudio histórico y artístico del antiguo retablo de convento de San Francisco del Monte.

El pasado 25 de julio de 2005 se conmemoró el 50 aniversario del estreno del actual retablo del camarín de la Divina Pastora, con motivo de esta importante efeméride se estrenó una nueva iluminación, la restauración de las diez lámparas de plata con sus brazos lampareros y una reja de hierro para el presbiterio del altar así como la limpieza del retablo y el arreglo de algunas grietas y desprendimientos. Para terminar la celebración del aniversario de nuestro querido camarín vamos a presentar a continuación una síntesis del estudio que he llevado a cabo en colaboración con D. Jesús M. Palomero Páramo, catedrático de la Universidad de Sevilla y profesor del Departamento de Historia del Arte.

Prueba de que el Arte es para vivirlo, usarlo y disfrutarlo es el retablo donde hoy día se venera la queridísima imagen de la Divina Pastora de Cantillana. Este retablo fue trasladado en el año 1955 desde el abandonado convento de San Francisco de Cantillana hasta la iglesia parroquial para que sirviera de marco solemne a la famosa devoción cantillanera. Algunos años antes esa devoción había perdido su retablo y algunos enseres importantes durante el saqueo que sufrió la parroquia a manos de exaltados anticlericales la noche del 26 de julio de 1936 [1].

A partir de esa fecha la imagen de la Divina Pastora siguió recibiendo culto en su camarín [2] pero con un retablo realizado de forma provisional con algunos trozos de retablos recopilados tras el desgraciado saqueo. En 1953 decide la hermandad solicitar la concesión del retablo mayor que se encontraba en la iglesia del antiguo convento franciscano[3] por ese tiempo ya abandonado y en ruinas, en le que se habían fijado providencialmente las señoras de la hermandad [4] y le fue concedido por el Arzobispado de Sevilla el 5 de mayo de 1953 [5].

Como podemos observar en la antigua fotografía del convento, el retablo se encontraba en bastante mal estado, con un aspecto desorganizado y extraño que posteriormente explicaremos. La tarea de su “restauración” le fue encomendada al tallista sevillano Francisco Domínguez Ortiz quien se encargó de proyectar un nuevo retablo a partir de las piezas del antiguo, de ese modo se incorporó un cuerpo con cuatro columnas de orden corintio y un arco abocinado para el cristal del camarín. Fue completamente dorado e instalado ya en el testero del camarín de la Virgen, en la nave de la Epístola de la iglesia parroquial y bendecido el 25 de julio de 1955.

El reluciente retablo contaba con un nuevo programa icnográfico puesto que la hornacina del centro con San Francisco, titular de su antiguo emplazamiento, había sido desplazada al ático por el arco del camarín. En las entrecalles laterales se alojaron el resto de la familia franciscana, son San Diego de Alcalá a la izquierda y Santa Clara a la derecha. Quizás la parte menos alterada fue el banco con sus cuatro bellos ángeles atlantes y el Sagrario.

Hemos dicho ya que este retablo provenía del convento franciscano de Cantillana y que fue cedido a la hermandad de la Divina Pastora [6] junto con la custodia de los restos del famoso farmacéutico fray Bernardino de Laredo [7], pero en las fotografías conservadas queda bastante claro que este retablo nunca pudo ser construido para este lugar, por lo tanto, ¿de donde provenía este retablo?, ¿quién lo trasladó a Cantillana?, estas difíciles preguntas han encontrado respuesta tras alumbrar el descubrimiento de un documento que se encontraba en el archivo de la hermandad sin clasificar, se trata de una crónica casi diaria de la traslación del convento de San Francisco del Monte [8] hasta el que se había reformado en Cantillana, en mayo de 1771. En este documento aparece claramente señalado como deben de trasladarse el Santíssimo Sacramentto e Imágenes Sagradas [9] que tuviera aquel convento franciscano de la sierra.

La crónica no dice explícitamente como se trasladaron los enseres, si menciona que se desmontaron los retablos, pero queda bastante claro en todo el texto que el convento del Monte se trasladó por completo a Cantillana donde solo tenían una casa de enfermería que hubo de ser adecuada para convento.

El retablo del convento de san Francisco de Cantillana situado en la nave central de su antigua Iglesia.

En la pequeña iglesia del convento de Cantillana no cabría un retablo de la altura que en su día tuvo este, por lo que fueron utilizados solo el banco y los áticos [10] . Como sería este retablo en origen no es difícil de imaginar, a partir de lo que se conserva del original podemos hacernos una idea de su aspecto primitivo, para ello es necesario compararlo con otros retablos de su tiempo y acercarse a algún autor concreto, de esta manera ha sido posible comprobar las asombrosas similitudes que lo unen a la producción del escultor Felipe de Ribas.

Ribas fue un cordobés asentado en Sevilla a partir de 1621 siendo discípulo de Juan de Mesa y Alonso Cano y compañero de trabajo del maestro Martínez Montañés [11]. Estilísticamente se encuadra dentro del protobarroco sevillano, al pie de las aportaciones que generaron sus maestros, la tríada de la elegancia; de ellos aprendió precisamente eso, la elegancia naturalizada, aquella que parte del puro manierismo para humanizarse de forma barroca.

En el proyecto de la forma original del retablo hay que incluir necesariamente un cuerpo con cuatro columnas y su entablamento. El banco quedaría compuesto por cuatro grandes volutas soportadas por ángeles atlantes y un Sagrario con dos pequeñas hornacinas de diseño manierista. El ático estaría formado por dos hornacinas decoradas con tarjas, ramos de fruta y una cartela con la cabeza de un querubín, acompañadas de dos pilastras con volutas en la parte superior . En el centro del ático una hornacina adintelada con columnas corintias acanaladas, en la que se encontraría la imagen de San Francisco, concluyendo en una cornisa curva con tres cabezas de querubes y arriba el busto del Padre Eterno.

A Cantillana llegó, como ya hemos dicho, solo la parte del banco y el ático descartando así un cuerpo central posiblemente muy desarrollado. En la reforma que llevó a cavo la hermandad de la Pastora se realizó precisamente lo que en 1771 se habría desechado, un cuerpo con cuatro columnas y su entablamento, además de otras muchas partes nuevas como puertas, frontal y arco del camarín. Una vez terminado el retablo recibió un nuevo dorado y policromía y quedó instalado en la parroquia.

Para explicitar algo más sobre la aludida cercanía a la obra de Felipe de Ribas hemos de aclarar que hasta el momento no se han encontrado ningún tipo de noticia documental, simplemente la comparación visual con otras obras de reconocida fama, como son por ejemplo; el retablo de San Juan Bautista del convento de Santa Paula de Sevilla o el mayor del convento de Santa Clara de Carmona, además de con otras muchas obras que realizó el escultor cordobés en la provincia de Sevilla. Con esto no pretendemos, ni mucho menos, sentar la base de una autoría, nos conformamos simplemente con que de aquí en adelante el retablo del camarín de la Divina Pastora se valore, se respete y se cuide como lo que es, un valioso patrimonio artístico, histórico y sentimental del pueblo de Cantillana.

Boceto del actual retablo de la Divina Pastora

[1] PINEDA NOVO, Daniel. Historia del Condado de Cantillana y de la Hermandad de la Divina Pastora. Sevilla, 1970.
[2] Aquel que otorgara el mismo cardenal Spínola, hermano mayor de la hermandad, durante su visita en 1900 y que fue decorado con pinturas murales de tema paisajístico por el costumbrista cantillanero y pastoreño Ricardo López Cabrera.
[3] AHDPC. Libro de actas.
[4][4] Esta corporación fue de carácter femenino desde su fundación en 1720 hasta 1980, cuando cambió por decreto del Arzobispado de Sevilla.
[5] AHDPC. Legajo 3, carpeta 21.
[6] Puede decirse también que junto al retablo la hermandad tomó el testigo del franciscanismo, pues aunque su origen ya estuvo unido a la familia capuchina, con el nuevo retablo se vio obligada a realizar los cultos a San Francisco, además uno de los adjetivos que laurean su titulo es precisamente franciscana.
[7] Memorable lego del convento de San Francisco del Monte, especialista en farmacia y escritor, su tumba fue trasladada a Cantillana y hoy día se encuentra enterrado ante la Divina Pastora; GUADALUPE, fray Andrés de, Historia de la santa provincia de los Ángeles, Madrid, 1662.
[8] Este convento se encontraba situado entre los términos de Villaverde y Burguillos, asentado sobre las faldas de Sierra Morena.
[9] AHDPC. Anexo sin clasificar.
[10] De esta forma es descrito por José Hernández Díaz, AA. VV. Catalogo arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla, tomo II, Sevilla 1943.

[11] DABRIO GONZALEZ, Maria Teresa. Los Ribas. Un taller de escultura del siglo XVII. Córdoba 1985.


Antonio López Hernández
Publicado en la revista Cantillana y su Pastora de 2006
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