sábado, 27 de agosto de 2011

El nuevo lienzo para el Risco de la Divina Pastora

Significado litúrgico, teológico y popular


El pueblo de Cantillana, aunque pequeño, tiene una larga y fecunda historia, y guarda en su seno muchas joyas artísticas; pero, sobre todo, vive en familia y en sociedad una verdadera y gran devoción a María Santísima, en un misterio y en una admirable advocación. La religión penetró en las raíces del pueblo en tiempos ancestrales y forman actualmente su idiosincrasia.

Poseía la Hermandad de la Divina Pastora un lienzo de gran valor pictórico que en su tiempo realizó José Jiménez Aranda, pintor sevillano de reconocido prestigio en el arte de su tiempo. Éste fue el primer lienzo que tuvo el risco de la Divina Pastora. Estaba realizado al temple y representaba un paisaje muy del gusto romántico, con unas plataneras y unos árboles junto a un arroyuelo, la silueta de una ciudad al fondo y en el cielo un grupo de pequeños ángeles. Los años deterioraron el lienzo. Tras el deterioro de dicho lienzo, se realizó otro que seguía la temática y composición del anterior.

Las circunstancias especiales por las que atraviesa hoy día Cantillana, permiten a la junta de gobierno de la Divina Pastora soñar en un nuevo lienzo para el risco de la Pastora. Me ofrecieron la oportunidad de realizar el tercer lienzo. Es un honor para un cantillanero pastoreño hacer frente a este desafío religioso-artístico. Inicié inmediatamente este trabajo, consciente del gran reto que suponía elaborar una composición y ejecutar luego una pintura de tamañas dimensiones.

Un detalle del lienzo
El nuevo lienzo se ha ejecutado con pinturas acrílicas sobre un soporte de tela de trece metros de largo y nueve de ancho. Termina en la parte superior con un semicírculo.

Se ha estudiado una composición nueva, totalmente original, partiendo de la idea de crear un escenario natural que se integrara en el risco. Se trata de un gran paisaje en cuyo celaje se hace presente el Reino de los Cielos. Así, coronando el lienzo, en una especie de mandorla de fuego, aparece una paloma blanca, símbolo del Espíritu Santo, del cual surge un rayo de luz que, atravesando todo el espacio del cuadro, va a depositarse sobre la imagen de la Divina Pastora. Igualmente, por el cielo azul descienden seis ángeles que portan una corona de flores para coronar a la Virgen María. Uno de éstos ángeles sostiene una cinta que movida por el viento, traza una dinámica curva y en ella puede leerse la inscripción: “Oh, tú, la más hermosa de las mujeres, pastorea a tus ovejas” (Ct 1,8). Estas palabras del Cantar de los Cantares proceden del Espíritu Santo que encomiendan a María la misión de cuidar a la Iglesia.

Con esta frase, de gran significado en la devoción pastoreña, inició el capuchino fray Isidoro la predicación de la Palabra de Dios en la Alameda de Hércules de Sevilla acompañado por el primer estandarte que representara a la Virgen como Divina Pastora, aquel lejano 8 de septiembre de 1703.

Debajo del grupo de ángeles, en la zona terrestre, se puede apreciar una vista de Cantillana, tomada desde el sur, con la sierra al fondo y las casas blancas y la iglesia sobre el Barranco, a cuyos pies discurre, por su antiguo cauce, el río Guadalquivir. Las orillas del río se encuentran pobladas de abundante arboleda verde y en la parte izquierda, sobre una loma cercana a la imagen de la Divina Pastora, un grupo de álamos de troncos sinuosos y ramajes menudos elevan hasta el cielo sus hojas de envés plateado.

Todo este lienzo constituirá la parte superior de un escenario originalísimo que tiene en su parte inferior el risco, trono de la Divina Pastora. Todo él posee un profundo contenido simbólico que es necesario recuperar en nuestro tiempo.

La Divina Pastora, Madre de Jesucristo y figura de la Iglesia como madre de los cristianos, pastorea al rebaño, el pueblo de Dios.

A su lado se halla el pastorcito, Jesucristo nuestro Señor, el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas.

Las ovejas representan a los cristianos que forman el rebaño del Señor que pastando en verdes prados, fiadas en su Buen Pastor, parecen proclamar el salmo “Yahvé es mi pastor, nada me falta. Por prados de fresca hierba me apacienta” (Sal 23).

Proceso de realización del nuevo lienzo en el verano de
2007, en el salón de carretas de la hermandad.
El arcángel San Miguel defiende al rebaño del ataque del lobo que representa al maligno, que está al acecho y busca la destrucción de los hijos de Dios.

Este escenario tiene un sentido catequético profundo: representa nuestra realidad terrestre y la vida eterna hacia la que caminamos. Nos llama a reconocer nuestra realidad de hombre limitados, de criaturas que necesitamos que el Buen Pastor nos dirija en los acontecimientos de nuestra vida, nos proteja de todo mal y nos consuele el Espíritu Santo. Y un día, después de nuestro caminar en esta tierra, podamos llegar a las moradas eternas en donde el Buen Pastor salga a nuestro encuentro y cargándonos sobre sus hombros nos introduzca en su aprisco celeste, en su redil celestial, en donde gozan ya de su presencia los que un día se fueron de nuestro lado, y junto a ellos y a todos los santos podamos alabarlo y bendecirlo por toda la eternidad.

Quiera Dios que esta pintura sea el cuadro perfecto donde enmarcar a la Divina Pastora y cumpla su misión de ayudar en la fe y hacer presente realidades espirituales en el espacio celebrativo de la liturgia eucarística. Y que los hombres y mujeres de Cantillana, viviendo la Eucaristía, tengan un encuentro personal con Jesucristo que es el Camino, la Verdad y la Vida; y experimenten la inmensa alegría de la salvación, y de sentirse amados por Nuestro Señor Jesucristo y su Madre María, la Divina Pastora de nuestras almas.



Boceto del lienzo de Juan Palomo
Renovada imagen:

En los cultos de 2007 se estrenó un nuevo paño o velo para el Risco. El lienzo con el que se vela el retablo mayor de la parroquia es uno de los elementos principales del altar que, desde el siglo XVIII, la hermandad coloca para los cultos principales de la Divina Pastora, según consta en sus reglas e inventario. El primero que se utilizó, antes incluso de que llegaran a la parroquia retablos e imágenes que hoy conocemos, era un cielo azul lleno de estrellas, del que se conservan algunos fragmentos. Fue sustituido en 1900 por un paisaje pintado por el insigne artista sevillano José Jiménez Aranda, suegro del también pintor cantillanero Ricardo López Cabrera, que se estrenó coincidiendo con la visita del Cardenal Spínola. En el verano de 1983, Antonio Solís Sáenz de Tejada y Francisco Rodríguez Lobo pintaron un nuevo paisaje, que es el que se ha venido utilizando hasta la fecha.

El nuevo lienzo para el Risco es obra del pintor cantillanero Juan Palomo Reina, profesor titular de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla. Doctor por la Hispalense, cuenta con varios premios en su haber y ha publicado numerosos estudios sobre la pintura sevillana. En multitud de ocasiones ha colaborado con la Hermandad, realizando diversos carteles para las fiestas.

Con el nuevo paño, el Risco adquirío una renovada imagen, que será con la que se presente a los cantillaneros del siglo XXI. Los pastoreños pueden estar seguros de que la Hermandad siempre mantendrá sus tradiciones y costumbres, poniéndolas al día y enriqueciéndolas, para conservar vivo y actual el legado de nuestros antepasados.

Juan Palomo Reina
Publicado en la Revista Cantillana y su Pastora de 2007

Un detalle del lienzo, la Iglesia Parroquial y su torre, sede canónica de la hermandad Pastoreña.

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